Final De Smallville
El último capítulo de Smallville es un claro ejemplo de lo que ha sido esta serie durante sus más de diez años en antena, una de las propuestas de aventura y ciencia-ficción más longevas de la historia de la televisión norteamericana.
En sus inicios una versión muy libre de los primeros años en que Clark Kent descubría sus poderes, cuando tan solo era un chaval que iba al instituto y todavía andaba muy lejos de convertirse en Superman; fue evolucionando poco a poco, salvándose de la cancelación en muchas ocasiones y protagonizando una curiosa resurrección televisiva, que le permitió alcanzar una nada desdeñable cantidad de capítulos.
Alfred Gough y Miles Millar fueron los creadores originales de la serie, allá por el año 2001. Se emitió en The WB, que luego acabó convertida gracias a una serie de fusiones en la actual The CW (la cadena donde actualmente se emite Supernatural).
Los principios en los que guionistas y productores basaron la serie son evidentes en sus primeras temporadas: Clark Kent convive con sus padres adoptivos en el pueblo de Kansas que da nombre a la serie; mientras va descubriendo sus asombrosos poderes tendrá que afrontar una doble lucha: por un lado, la lluvia de meteoritos que lo trajo a la Tierra tiene graves consecuencias sobre los seres humanos, a los que suele enloquecer y dotar de los más variopintos –y ridículos, en ocasiones- poderes; y por otro lado la vida en el instituto, con sus amigos, entre los que se encuentra Lex Luthor y sus amores.
Y es que Smallville en sus inicios no es más que una serie para adolescentes, donde el lado romántico de la historia es importantísimo, con un triángulo amoroso que ha sido copiado hasta la saciedad –Clark, Lana y Chloe, personaje creado para la ocasión-; mezclado con las características del mejor procedimental, ya que teníamos un monstruito diferente cada capítulo.
El hecho de que los efectos especiales jugaran un papel importante produjo algunas situaciones contradictorias. Por un lado hay que reconocer que algunas secuencias estaban muy bien resueltas, pero la tónica general a lo largo de los meses era la dificultad para elevar el listón. Algo que no ha sabido arreglar en ningún momento, ni siquiera en su conclusión: Smallville siempre ha construido sus temporadas alrededor de un más difícil todavía y pese al uso y abuso de interminables capítulos de relleno, las tramas principales confluían hacia un final épico que casi siempre acababa decepcionando. Se elevaban demasiado las expectativas y eso les perjudicaba en exceso.
Aun así hay que reconocerle sus puntos fuertes: desde el mismo comienzo fue un acierto despegarse de la inabarcable historia de Kar-El y construir una propia alrededor de su mitología –es famosa la frase de No Fly, No Tigh, es decir, que ni mallas ni poderes de vuelo-. Algo que contrasta todavía más si tenemos en cuenta el último capítulo, donde se ha hecho un esfuerzo bastante estúpido por situar la serie lo más parecida posible a la historia posterior del personaje en los cómics. Algo que sin duda sobraba, que no era necesario y que solo ha conseguido ofrecer algunos momentos ridículos, como la muerte de Tess o la no-boda entre Clark y Lois.
Ridículo también es una palabra que ha acompañado a la serie durante toda su emisión. Los guionistas no han sabido mantener el nivel en todos sus capítulos y han tirado mucho de recursos manidos, a veces repitiéndose en exceso, alargando tramas y situaciones sin ningún sentido y volviendo a dar vueltas y vueltas sobre conceptos ya superados. Por desgracia, hay que admitir que Smallville es una serie donde los capítulos buenos, que los tiene, son los menos. De hecho, en los momentos finales del desenlace, Clark tiene un deja vu de sus Greatest Hits, gracias a su padre biológico; un buen resumen de lo mejor de la serie.
En mi opinión, lo mejor de la serie ha sido cuando, sin complejos ni comparaciones con otros medios, han sabido aprovecharse de la iconicidad del superhéroe y sacarle partido; sobre todo cuando las tramas románticas dejaron paso a esa transformación definitiva de Clark Kent, joven granjero, a icono mundial y salvador de la humanidad. Las reflexiones sobre el heroísmo y los lazos familiares, amorosos y de amistad que posee y sobre todo cómo es percibido por el resto de mortales han sido sin duda lo mejor, bien acompañados por algunas secuencias bien ejecutadas respaldadas por convincentes efectos especiales. Algo que, una vez más, en el último capítulo no han conseguido unir de la mejor manera, ya que sí que había emoción; el uso del CGI cantó muchísimo y la resolución fue algo precipitada. Cuestión de presupuesto, es verdad, pero más les valdría haber acortado la duración y apostado por un desenlace más espectacular.
Smallville ha quedado como una serie entretenida, con algunos buenos momentos pero que ha dado demasiados tumbos en su recorrido; que ha sabido sobreponerse a los rumores de cancelación, a la espantada de muchos de sus protagonistas principales y a las comparaciones con sus hermanos de papel. Pero no es una serie que perdurará, ni que encumbrará a ninguno de sus actores, ni que se recordará con especial entusiasmo.
Eso no quita que sea un buen ejemplo de serie de superhéroes, ya que propuestas parecidas con mayor presupuesto no duraron lo mismo (¿Alguien se acuerda de Héroes?). Quizás la siguiente sea la definitiva.
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